jueves, 13 de marzo de 2014

La tortura de lo imposible.

Al menos en el pasado se inventaron un Pastor para que nos guiara, para que no nos perdiéramos y supiéramos a quién acudir cuando tuviéramos dudas, para saber que teníamos la obligación de seguir adelante aunque el camino pareciera inhabitable, peligroso o incluso vacío. Se inventaron la ilusión de alguien que llevaba un faro en una mano y que con la otra nos apretaba la mano para infundirnos algo de valor porque cada uno de nosotros es maravilloso e inimitable y merece ese valor solo para sí mismo, y que nos guiaba por todos esos parajes con una sonrisa hasta que llegara la Muerte a saludarnos. Pero la verdad es que ahora no somos más que un montón de ovejas descarriadas que no saben qué hacer, adónde ir, o si siquiera merece la pena tener objetivos. Somos la sociedad en declive que no sabe ponerse de acuerdo para conseguir sobrevivir.
          Es triste la condena humana de la imaginación, ¿verdad? Todo el día soñando, pensando, realizando con nuestra mente cosas imposibles tanto despiertos como dormidos. Todo el día inventando cosas que podrían ser nuestras, que no lo son, pero que sí lo son porque al menos tienen un poco de realidad en nuestra mente. Al menos, la suficiente realidad como para volvernos locos. Como para añorar algo que nunca hemos visto. Algo que nunca hemos sentido, o que quizás hemos sentido demasiado y por eso estamos enganchados. Una vez dijeron que solo éramos una especie avanzada de primates, pero que aún así éramos capaces de conocer todos los confines del Universo... Pero, ¿en qué nos convierte eso? ¿Somos dueños de algo solamente por entenderlo? ¿Nuestra existencia tiene acaso un poco más de sentido por el hecho de que podamos analizar? ¿O sentir?
Creo que el sentir es lo único que nos puede salvar de la misma vida. También se dijo que el hombre era el único animal que sabía que se estaba muriendo, que esa era la tragedia de nuestra vida. 
Si tenemos que evadirnos de algo inherente a nuestra existencia, ¿por qué no hacerlo con algo que sea también inherente a nuestra existencia?
Si me muero, amo, y ya no sé que me muero.
Si amo, me da igual morir, porque es por algo.
Si no amo, lucho por morir más rápido.
Si amo, ya no quiero morir, y me follo a la Vida.
Si no amo, me follo a la Muerte.
Si voy a morir tarde o temprano, al menos sobrevivamos jugando.
El ser humano busca continuamente su sentido. Somos tan estúpidamente subjetivos, tan ridículamente trascendentales, que podríamos encontrar la agonía humana hasta al ver una piedra. Y aún así luchamos por seguir vivos. Porque el gen egoísta de Dawkins nos dice que la raza ha de seguir. Y nosotros, otra vez estúpidamente trascendentales, pensamos que es porque hay esperanza, que continuaremos, que encontraremos algo mejor; que si la vida siempre cambia, significa que habrá momentos geniales aunque ahora estemos mal. Que podemos salvar el planeta. Que podemos pasear por el Universo. Que podemos encontrar a otros que nos salven. Que podemos salvarnos a nosotros mismos. Que a lo mejor es verdad que estamos aquí por algo. ¡¡Que de verdad existe un camino que seguir!! 

Y aquí acaba mi torrente de palabras tan vacías y tan llenas como otras cualquiera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario