miércoles, 22 de enero de 2014

Gracias a Hª del Arte...

Por suerte o por desgracia, estas pasadas navidades (quizás ya no tan recientes), he tenido la posibilidad de viajar a dos maravillosas ciudades españolas: Toledo y Madrid, y me gustaría hablar un poco de su arquitectura, más que nada, porque las diferencias entre ambas ciudades en ese ámbito están soberanamente acentuadas.
         Para mí no hay nada más bonito que los estrechos callejones de Toledo, que te abrazan y te abrigan, construidos así para que los ejércitos enemigos vieran complicado su avance si consiguieran penetrar en la ciudad. Es gracioso, porque si ya de por sí esta ciudad fue erigida estrecha, con el paso del tiempo los mismos habitantes se han ido apropiando de algunas de las calles, utilizando como patios o neveras los callejones entre edificio y edificio de vecinos. Es una ciudad muy hogareña.
Algo apasionante de esta ciudad es que hay verdaderas obras de arte entre esos edificios que te arropan, y no solo hablo de los mismos edificios, conventos, hospederías, la mismísima catedral o el mismísimo alcázar, sino por ejemplo de una virgen negra (supuestamente parte del tesoro templario de la Iglesia de San Miguel) que data del S. XVI, la cual cualquiera podría robar si tuviera iniciativa suficiente. Además, está recubierto de estilos arquitectónicos: iglesias románicas, (creo que incluso perduran una o dos iglesias visigodas), mezquitas, y en general gótico, barroco, renacimiento... Y a mí todo esto me encanta porque soy una amante de los arcos y de cómo el ser humano logra embellecer de tal manera con las fórmula matemáticas unas arquitecturas cuya principal utilidad es separar un espacio de otro. En general, Toledo es una ciudad muy rica culturalmente, ¡no olvidemos que una vez llegó a ser capital!
     Por el contrario, Madrid consta de una arquitectura muy arquitrabada e imponente, con unos edificios tan inmensos y fríos que parecen que van a perdurar así hasta el fin de los tiempos, sin importarles lo que suceda a su alrededor. No sé cómo describirlo de la forma más certera posible, pero lo que quiero decir en general es que es una ciudad muy capitalista, lo cual tiene sus cosas positivas; las cuales son maravillosas, como por ejemplo que haya restaurantes de todos los tipos posibles (tío, ¡que hay hasta etíopes!), y sus aspectos negativos, como que hay un montón de gente por las calles que parecen el ejemplo vivo del consumismo, la verdad (aunque a lo mejor mi visión está distorsionada porque fui cuando había rebajas y me iba chocando con la gente, y ni siquiera pedían perdón).
Algunas de las cosas que me encantaron de Madrid, sin embargo, fueron sus parques inmensos (dato curioso: en el parque del Retiro está la única estatua del mundo que representa al Diablo, el ángel caído) y que cuando alzabas la vista hasta casi partirte el cuello, en lo alto de esos altísimos edificios había cúpulas brillantes con el sol, a veces con estatuas encima.