martes, 18 de julio de 2017

22 de Junio

Este ya lo subí al feisbus.

''Así soy yo, más deseante que deseada''. Virginie Despedentes

-La entropía más bonita-

Últimamente, en lo que más me fijo es en esas pequeñas cositas: en cómo se alzan los regueros de gotas de agua desde los charcos cuando mis amigos los cruzan en sus bicis frente a mí, en el caer momentáneo de la ceniza cuando sacudo el cigarrillo en la ventana de mi habitación, en las doradas hojas que ahora mismo me sobrevuelan diciendo adiós a los árboles de los que provienen...
Parece que todo está destinado a su extinción y eso, que antes me repelía sobremanera y me pulverizaba el corazón, no parece ahora otra cosa que belleza, porque da la posibilidad de crear: el árbol se poblará de nuevo de hojas y flores en su próxima primavera, yo fumaré otros cigarros rodeada de otras personas y otros sentimientos, y esta libreta que hoy sostengo no será más que un recuerdo que me acunará mientras arrugo otros nuevos folios con nuevas experiencias.
Es probable que haya que aprender a caer de esa manera: de forma graciosa (de grácil y de gracias), lentamente, disfrutando del viaje. Cayendo sin caer.
Sigo enamorada de los humanos y sus facetas, de su dulce forma de sobrevivir, de crear y de creer. De crearse y evolucionar. Por ejemplo, recién dos niñas pequeñas han pasado jugando cerca del árbol bajo el que estoy sentada escribiendo, y como bien tienen aprendido que los blancos no sabemos hablar chino, han pasado a mi lado sin tan siquiera reparar en mi presencia, no como los niños de pueblo que no están habituados a los laowais (forasteros); después de todo, estas viven en el barrio de la residencia de la Universidad más importante de China, que está repleta de extranjeros como yo. Y esa forma de ignorarme, caballeros y caballeras, es el futuro creándose.

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